El 10 de octubre celebramos el Día Mundial de la Salud Mental, una fecha clave para reflexionar sobre la importancia de cuidar nuestra salud mental y alzar la voz por quienes enfrentan el estigma asociado a las enfermedades mentales.
El 10 de octubre se celebra el Día Mundial de la Salud Mental, una jornada clave para reflexionar sobre la necesidad urgente de derribar las barreras que enfrentan las personas con problemas de salud mental y para reivindicar la importancia de la salud mental como un derecho humano fundamental.
A nivel mundial, las cifras son alarmantes. Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), más de 970 millones de personas conviven con una enfermedad mental, y se estima que 1 de cada 4 personas experimentará algún problema de salud mental a lo largo de su vida. A pesar de la magnitud de estos datos, el estigma y la desinformación en torno a la salud mental siguen siendo obstáculos que limitan el acceso a los cuidados y fomentan la exclusión social.
Los mitos y falsas creencias son los principales factores que perpetúan esta realidad. Muchas personas creen erróneamente que las enfermedades mentales son raras, que quienes las padecen son personas peligrosas o que estas condiciones son una «debilidad personal». La realidad es muy distinta. Por ejemplo, solo el 3-5% de los actos violentos pueden atribuirse a personas con trastornos mentales graves, mientras que la mayoría de quienes sufren estas condiciones son más vulnerables a ser víctimas de violencia o discriminación que a cometerla.
Además, el acceso a servicios de salud mental sigue siendo insuficiente: aproximadamente dos tercios de las personas con un problema de salud mental no reciben tratamiento. Esto no solo agrava su situación individual, sino que también tiene un impacto significativo en las familias y las comunidades. Las enfermedades mentales son una de las principales causas de discapacidad y pérdida de bienestar en el mundo, afectando no solo a la calidad de vida de quienes las padecen, sino también en la posibilidad de participar plenamente en la sociedad, precisamente por las barreras y el estigma que hay en esta.
Romper el estigma es clave para avanzar hacia un mundo donde la salud mental sea reconocida, comprendida y atendida con la misma importancia que la salud física. Para ello, es esencial fomentar el diálogo abierto y la educación sobre salud mental. Iniciativas como el Día Mundial de la Salud Mental ofrecen la oportunidad de visibilizar estas problemáticas y crear conciencia sobre la necesidad de construir una sociedad más inclusiva.
Celebrar y reivindicar este día no es solo un acto simbólico, sino una necesidad para derribar las barreras que impiden a millones de personas recibir la ayuda y el apoyo que necesitan. Es una oportunidad para desafiar los mitos, construir puentes y asegurar que todas las personas, independientemente de su estado mental, puedan vivir con dignidad y respeto.
La inclusión debe ser la piedra angular de nuestras comunidades. Al garantizar que cada persona sea valorada y respetada, podemos empezar a crear un futuro donde la salud mental no sea motivo de estigma, sino una prioridad compartida.
Este 10 de octubre, unámonos para romper el silencio, destruir los prejuicios y favorecer la inclusión. Porque la salud mental nos afecta a todas las personas, y solo juntas podemos avanzar hacia un mundo más saludable y compasivo.